Nueve cartas a Berta
En Nueve cartas a Berta, de Basilio Martín Patino, la imagen se
ralentiza, se detiene durante una fracción de segundo y continua luego la
acción. Estas pausas como defectos en la proyección se repiten a lo largo de
todo el metraje. Es como si la foto fija desafiara al movimiento propio del
cine hasta ganar la partida en el fotograma final con el rostro de Emilio Gutiérrez
Cava congelado en primer término y unos negros cipreses al fondo.
Hay una sensación de tiempo estancado que se extiende a la España de
provincias de los años sesenta y al destino de ese protagonista atrapado en una
red de fidelidades y dependencias. En las nueve cartas a su novia en el
extrajero nos va relatando su conflicto y desesperación, el deseo de huída. Una
lucha en la que al final vencen las buenas costumbres, las sobremesas en el
café, los paseos de domingo después de ir a misa, el tiempo detenido.
Gracias Jesús por traer a Martín Patino a este cuaderno de notas. Martín Patino es la demostración de como se pudo hacer un cine corrosivo y crítico en las peores condiciones. La música es muy importante en sus producciones: la copla y la música popular en «Canciones para después de una guerra», la increíble Orquesta de la Liberación (Carla Bley y Charlie Haden) en «Caudillo», el sorprendente Carmelo Bernaola (la Clave) en «Nueve Cartas a Berta», Amancio Prada…
ResponderEliminarLa película, banda sonora incluida, es demoledora. Increible que pasara la censura y la premiaran en San Sebastián. Es verdad que esos fotogramas fijos son como un presentimiento.
ResponderEliminarEn otra película angustiosa, Arrebato, también hay unos fotogramas en rojo, como silencios, que terminan devorando al protagonista.