Un ruido lejano

Leyendo la descripción que hace Ana de Total Recall, creo que todos hemos pensado en películas estos días. 
Tal vez para refugiarnos en historias ajenas. Ésto no puede estarme pasando a mí.

Quedarte en casa, sentirte un personaje de El ángel exterminador. Los animales salvajes, como en el film de Buñuel,  invaden nuestro espacio. La hierba crece entre los adoquines que nadie pisa.

Todas las cosas surrealistas que ocurren ahora, no las habíamos vivido antes. Sólo las hemos visto en películas. Las grandes avenidas desiertas, el escenario ideal para filmar el final de una era. El pabellón 6 de IFEMA, donde todos los años se celebra ARCO, convertido en una gran y triste instalación. Insuperable por cualquier serie apocalíptica.

De todas esas cosas, porque vivo en una calle habitualmente muy bulliciosa, me ha sobrecogido especialmente el silencio, que tapa todo lo terrible que hay detrás.

El mutismo casi absoluto en la calle durante las primeras semanas del confinamiento. 
Nada, ni un niño que grita siquiera. Apenas algún coche que pasa. 

Es como vivir en un país nórdico. Que los días hayan sido grises y lluviosos ayuda. 

Asomarte a la ventana y no escuchar absolutamente nada. Alguna sirena lejana.

En el trabajo el teléfono también está callado. El silencio de los clientes. No hay nadie en el andén de cercanías cuando espero el tren. Una escena sin subtítulos.

La banda sonora de estos días no es esa canción con arreglos del peor tecnopop de los ochenta, es el silencio. 
El ruido se ha trasladado a internet. Los gritos se leen o se ven en televisión, pero desaparecen con un clic.

Ahora ha llegado la primavera. El lento deshielo, supongo. 

Pero el recuerdo de ese extraño silencio es tan intenso, que ya empiezo a echarlo de menos.